Jamie nació con el cordón umbilical alrededor de la garganta. La falta de oxigeno le afectó al cerebro y no podía respirar. Los médicos propusieron a sus padres un tratamiento de choque. Poner en hielo al bebé para bajar su temperatura corporal y la del cerebro. Jamie pasó tres días semicongelado encima de una alfombra que funciona como una bolsa de hielo.
Su madre no podía evitar los temblores al explicar: "Sólo tenia un pañal. Los médicos estaban desesperados intentando bajar la temperatura de su cuerpo hasta los 34 qrados que necesitaban".
Poco a poco su cerebro y su cuerpo bajaron la temperatura a entre 33 y 34 grados, cuando lo normal son 37. Tal y como explicaba el médico encargado de asistir a la criatura, al provocarle una hipotermia se reduce la actividad cerebral. El cerebro no sufre daños y se recupera con normalidad.
Gracias a la máquina del hielo Jamie ha salvado su vida. Una tecnología inspirada en los escaladores atrapados en las montañas, que sobrevivieron con síntomas de congelación.