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Liopardo

Querido juez Calatayud

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Querido juez Calatayud: Es usted un personaje muy querido. Y es normal, Emilio: es un personaje más transversal que un disco de Fito y Fitipaldis sonando en el Zara. Y con el mismo recorrido. Lo que empezó como indie con aquella maravillosa sentencia en la que condenaba a un chaval a terminar sus estudios en lugar de meterlo entre rejas, se ha ido convirtiendo poco a poco en una música comercial de lo más machacona. Ha sido el efecto aplauso, ¿verdad? Los aplausos son más peligrosos que una botellona llena de menores con navajas y burundanga. Los elogios hay que meterlos en prisión preventiva y usted los dejó libres, sin fianza, y con pasaporte a todos lados. Sus sentencias se convirtieron, ¿tal vez, en hits personales? El juez Emilio Calatayud ha condenado a aprobar un curso de corte de pelo a un adolescente que robó en una peluquería. El examen para ver si el chico ha aprovechado el curso es que le pele a él mismo: "Pediré al chaval que me haga un pelao clásico: ni hablar de una cresta estilo futbolista o choricillo”.   Joder, señor juez, no sé… El chico robó en una peluquería, no por amor al oficio de peluquero seguramente, sino porque era lo que tenía más a mano. ¿Y si hubiera robado en un hospital? ¿Le hubiera ordenado estudiar para cirujano y que lo operase de algo? ¿Si le deja trasquilones, irá el chaval al talego? ¿No puede ser que se le esté yendo un poquito a usted la olla, como dicen los choricillos en su jerga choricilla ? Puede ser que sí, ¿eh? Más después de ver el lanzamiento de su último éxito: El juez de menores Emilio Calatayud pide el retorno de la mili para los ‘ni-nis’. “Lo que iba a disfrutar yo viendo marcar el paso a esos niños y niñas que ni estudian ni trabajan y están todo el santo día con el móvil”, aseguró el juez. A ver, Don Emilio… Yo no soy experto en menores, pero aseguraría que el hecho de que haya jóvenes que no estudien ni trabajen puede tener que ver con que no es que haya mucho trabajo últimamente en España, no sé si lo ha visto en el telediario. Y quizá quienes no estudian no lo hagan porque no puedan permitirse o no entre dentro de sus aspiraciones el sacarse una carrera, sino trabajar. Puede que tenga usted razón y haya quien quiera tocarse el pene (si es niño) o la vulva (si es niña) porque sí. Pero serán los menos, digo yo. ¿No sería un poco precipitado volver al servicio militar obligatorio para que esos que a usted le dan rabia suelten el móvil? A mí me suena a precipitado tirando a algo putamente loco. Soldado, cien flexiones ahora mismo porque sí, porque aquí mandan mis huevos, vas a aprender valores. El soldado, un chaval que antes estaba tirado en el sofá con el móvil, hace 100 flexiones y queda curado de su enfermedad nini. Entiendo que este sería el planteamiento en su cabeza, señor juez, pero no sé… Mucho no lo veo, la verdad. ¿Y si después de hacer las 100 flexiones, el chaval decide ir a la taquilla, coger el móvil y meter el dato de que ha hecho 100 flexiones en la aplicación de salud del Apple? ¿Al calabozo? ¿A pelar patatas? ¿Dos tiros en la pierna? ¿Lo incentivamos y lo ascendemos a cabo comprándole un nuevo smartphone? ¿Qué tiene usted previsto para esto? Yo es que de verdad que la idea no la acabo de ver. ¿No se habrá nublado usted con tanto aplauso y tanto “este hombre dice verdades como puños” y está un poco como un yonki del éxito haciendo mezclas explosivas de “ninis”, de “todo el día con el móvil, que te vas a quedar tonto”, de “a ti te quería ver yo en la mili”? Para mí que ha cogido todo esto, lo ha batido todo y ha salido un cóctel muy, muy raro. Todos a la mili para que dejemos el móvil. Es que por más vueltas que le doy no lo veo.       Me recuerda usted cada día más a Pérez Reverte, si no lo digo reviento. Ese niño lo que necesita es un buen guantazo. Pero si está dormido tranquilo. Da igual, para que aprenda de la vida. De vez en cuando suelta usted alguna idea muy agradecida pero sin sentido, con la que va a estar de acuerdo casi todo el mundo, porque la canción es pegadiza. Luego, al decirle tres que es usted un poco burro, se llama a sí mismo políticamente incorrecto para que no se le tache de comercial y todo listo. No es usted incorrecto: es más comercial que la de Soldadito Marinero, que viene al caso. Le condeno, señor Emilio Calatayud. Le condeno a pararse a pensar si el mundo que a usted le aplauden es el mundo real. ¿No se habrá dejado fuera de su propuesta a la crisis, el paro, las tasas universitarias, la tecnología? Le condeno a hacer de nuevo la mili como soldado raso para que le dé una vuelta a todo esto. Le va a venir bien. Y no me venga con que tiene usted una edad. Los hay que corren maratones con 70 años. No se me quede usted tirao en el sofá. Venga, vamos, que el cuerpo se atrofia. Un, dos, un, dos, un, dos.

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